La muerte no es un fracaso, sino que es un proceso natural, forma parte de la misma vida y en ese proceso de morir, siempre se puede hacer algo, siempre se puede acompañar y las personas que lo hacen, pueden aumentar la calidad de vida, aliviar el dolor, si lo hay, y proporcionar cuidados físicos, psicológicos y espirituales.
Con frecuencia, las personas que acompañan, experimentan una sensación de impotencia, cuando se enfrentan a una persona que está en proceso de morir. El afrontar ese hecho, supone un reto en la experiencia vital del profesional e implica, para hacerlo de forma terapéutica, ser capaces de revisar sus propias ideas y los estereotipos de la sociedad, identificar las emociones (propias y ajenas), lo que permitirá, no solo comprender ese proceso, como una experiencia natural de la vida, sino que incluso para algunas personas, puede suponer una oportunidad de crecimiento y de maduración personal.
La realización de todo este proceso, requiere de un conocimiento adecuado y de las habilidades necesarias para estar próximo a la persona que muere y a su familia, de forma serena y que realmente pueda acompañar en ese proceso, de manera que el profesional pueda estar claro, ser efectivo y amoroso y que quien muera, pueda hacerlo en la mayor paz y armonía posibles.
Taller basado en el modelo de Teresa Piulachs Moles
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